En el trágico accidente falleció, además de Catalina, el clérigo capuchino José María Elizondo, quedando heridas de gravedad la madre y Sofía MacMahón, hija del marques de ese apellido, salvándose milagrosamente, Eduardo, el chofer de los Sota. Cerca de una hora estuvo el coche en el mar, a merced de las olas, hasta que fueron rescatados por los vecinos de Islares.
Como recuerdo de la pérdida de su hija Catalina, su padre, Ramón de la Sota, dispuso la construcción (a unos 300 metros de la entrada a la playa de Arenillas) de una cruz en el lugar de la caída del coche (en la fotografía), rodeada de unos bancos de piedra, los cuales servían, además, como mirador de la costa, Oriñón, el Monte Candina y el Cabo Cebollero de Sonabia. Durante la Guerra Civil la Cruz de Sota fue destruida, resistiendo tan sólo el pedestal con la referencia a las dos personas fallecidas en el accidente y la fecha del suceso.
Ramón de la Sota fue nombrado marqués de Llano por el rey Alfonso XIII y, como aliado de los hermanos Sabino y Luis Arana Goiri impulsó el nacionalismo vasco, defensor de los Fueros frente al Gobierno español, y de un partido democrático, moderno, moderado, pragmático, laico y autonomista. Precisamente, por esta conexión con el nacionalismo vasco, los vencedores de la Guerra Civil utilizaron estas tesis para castigar a la familia Sota, requisando sus bienes en 1937, un año después del fallecimiento de Ramón de la Sota y Llano.
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